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Contaminación del agua

El agua es el más importante de todos los compuestos conocidos en la naturaleza, constituyendo el 71 % del planeta Tierra y el 75 % del cuerpo humano. El abastecimiento de agua a una población o a un centro de procesamiento industrial se puede realizar a partir de dos fuentes de características bien diferenciadas:

• Aguas superficiales: son las referentes a lagos, ríos, embalses, etc. Están expuestas al medio ambiente y por tal causa son más susceptibles de contaminación. Por este motivo es necesario un tratamiento exhaustivo antes de ser aptas para consumo humano. Éste suele realizarse por parte de las instituciones encargadas de la explotación de los recursos hídricos o por entes privados en caso de una instalación industrial.

• Aguas subterráneas: provenientes de pozos y manantiales. Son fuentes de más difícil explotación, al no hallarse tan accesibles como las aguas superficiales. Su origen es el agua superficial que por infiltración natural a través de diferentes capas terrestres pasa al acuífero. Este sistema de filtración natural permite la purificación del agua. No obstante, para considerarse potable, esta agua debe reunir ciertas características físicas, químicas y microbiológicas especificadas por la norma sanitaria vigente. Además, a largo plazo los acuíferos también se pueden contaminar y por ello, siempre es necesario un tratamiento de esta agua para su adecuada potabilización.

Las fuentes de contaminación del agua pueden ser naturales (lluvia, materia vegetal en descomposición, erosión del suelo, etc.) o antropogénicas (actividad ganadera, subproductos de actividad industrial, aguas residuales, etc.). Ambas fuentes dan lugar a un agua que no cumple con los requisitos necesarios para asegurar su potabilidad.

El agua apta para el consumo humano debe ser clarificada y desinfectada. La desinfección del agua significa la extracción, desactivación o eliminación de los microorganismos patógenos que existen en el agua. La destrucción y/o desactivación de los microorganismos supone el final de la reproducción y crecimiento de organismos patógenos, principalmente bacterias, virus, protozoos y helmintos. Si estos microorganismos no son eliminados el agua no es potable y es susceptible de causar enfermedades.

La bacterias presentes en aguas contaminadas pueden ser de muchos tipos, sin embargo, para determinar su potabilidad, el grupo de microorganismos utilizados como parámetros indicadores son los coliformes, incluidos los totales y fecales. Estos últimos son indicadores de contaminación fecal, por lo tanto, podrían sugerir la presencia de bacterias patógenas tales como Salmonella y Shigella, entre otras. La presencia de coliformes fecales en el agua implica problemas en la fuente de extracción y es necesario su desinfección previa o eliminación de la fuente o acuífero.

Los virus más conocidos que causan problemas en el agua son el de la Hepatitis A y el Norovirus, que pueden asociarse con contaminación fecal. La cloración normalmente los inactiva.

La desinfección del agua se logra mediante desinfectantes químicos y/o físicos. Estos agentes también extraen contaminantes orgánicos del agua, que son nutrientes para los microorganismos.

Los tratamientos de desinfección pueden ser físicos (radiación gamma, rayos X, radiación ultravioleta, esterilización térmica, etc.) o químicos (metales  pesados, ácidos o bases, halógenos, ozono, permanganato, etc.), siendo estos últimos los más habituales. Entre los reactivos químicos, el cloro es el desinfectante más comúnmente usado debido a su alta efectividad y bajo costo.

Los desinfectantes no solo deben matar a los microorganismos sino que deben, además, tener un efecto residual, lo cual significa que se mantienen como agentes activos en el agua después de la desinfección, para prevenir el crecimiento de los microorganismos en las tuberías provocando la recontaminación del agua. Los valores de cloro residual están regulados por muchos organismos y dependen del uso final del agua. No obstante, estos valores son generales y cada organismo competente ha determinado los suyos propios. Según la Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela N° 36.395 y fecha 13 de Febrero de 1998, de título “Normas sanitarias de calidad del agua potable”, en su artículo 6 establece que el valor residual de cloro permitido debe estar entre 0,3 y 0,5 ppm  en cualquier punto de la red de distribución.

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